Tuve que dejar los pies en la tierra,
embarrarme hasta tocar fondo
solo sosteniendo el aliento
y la esperanza.
Supe habitar la impotencia de la quietud,
soportar los golpes del movimiento,
crecer parada sobre mi misma
derecha y copa, fragmentada.
Preferí quebrar a doblarme
y vivir con lo que me toca.
¿Sabes? todo se puede hacer de parado
hasta morirse.
Por eso , no me preguntes
por qué soy amiga de los árboles
-ambos sabemos implicitamente
que sólo ellos pueden entenderme-.