Tal vez la cuestión
reside y siempre residió
en el orden de las bocas.
Tal vez siempre fuiste vos
y tuve que morderme la cola
Para encontrarte.
Pero ahora que estas aca
ahora que puedo besarte con los ojos
jugando al ciclope
a las cuatro de la tarde
Ahora, ahora es cuando
guardo el pañuelo blanquecino
me despido de las despedidas
y los dedos se entrelazan
como echando raíces.
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